Esta información puede cambiar (para bien) tu vida o la de tus seres queridos o, mejor dicho, no saber esto te la complica innecesariamente. Esta vez no escribo sobre psicología aunque este tema sí se relaciona con la angustia y la ansiedad. Leé el artículo y después decime si no era crucial escribir sobre esto.
Seguramente si no te pasó a vos directamente tenés algún familiar o amigo o conocido a quién le hayan recetado un ansiolítico o un antidepresivo o algún psicofármaco. Dicho así suena como que estoy en contra de esto así es que hago ya mismo la salvedad: este artículo no toma posición sobre si está bien o mal que se receten ansiolíticos. El tema acá es otro y sobre lo que creo que urge hablar.
Y sí, urge hablar porque hace muchísimos años que trabajo ayudando a quienes padecen angustias y ansiedades altas y esto que te voy a contar pasa hace un montón pero no cambia.
Dejemos para otro día el debate sobre el nombre “ataque de pánico” y otros nombres más relacionados con los intereses de los laboratorios que con los diagnósticos certeros. Hoy me interesa contarte esto que casi nadie te dice:
Ningún psicofármaco -o, por lo que sé, casi ninguno- debe dejarse de un día para el otro.
Aclaración fundamental: no soy psiquiatra, mi título es de licenciada en psicología y mi licencia habilitante no me permite medicar. Pero eso no me impide lidiar demasiado seguido con los efectos de que estas cosas no se aclaren. Sobre todo con los del Clonazepam, que en cada país tiene distinto nombre comercial y que en algunos (más en el continente americano que en otros) se receta casi casi con la misma facilidad que caramelos para la tos.
Insisto, no quiero entrar en el debate si psicofármacos sí o psicofármacos no porque no soy tan salame (a falta de un término más elegante) como para minimizar el bien que le hacen a mucha gente. A veces la angustia (o la ansiedad) es tanta o tan paralizante que sin la medicación la vida se hace imposible. Por eso, para todo esto siempre me remito al caso por caso; no se puede generalizar.
PERO lo que SÍ se puede generalizar -y lamentablemente no se hace- es la explicación a la gente acerca de cómo se deja el remedio que se receta.
Te pongo un ejemplo. M. va a la guardia porque tiene palpitaciones y siente que se está por morir, que son más o menos los síntomas de ataque de pánico o de una gran crisis de angustia (según la época ha cambiado el nombre pero existir existe hace muchísimo más tiempo que el que supones). En fin, el médico de guardia le receta Clonazepam; le da una tira de 20 y le dice que tome uno por día y listo. Lo que él no supone que podría pasar es que llegando al día 15 M. no sabe si eso que le pasó le podría volver a pasar. Entonces piensa: “Bueno hoy estoy mejor, hoy no la tomo”. Y zas! efecto rebote. Al día siguiente se levanta con una angustia que parece que cruzar la calle es escalar el Everest. Entonces, obviamente recurre a una toma. Al otro día se levanta tranquila (y sí, hace efecto el remedio en cuestión) así que decide no tomarlo. Ahora M. va a tener un día bien, un día mal, va a tener el ánimo en un subir y bajar constante y lo más triste es que no sabe que esto es puramente debido a reacciones de la química dentro de su organismo. Ni más ni menos.
Por supuesto, no todos los cuerpos reaccionan igual, no todos los medicamentos llevan la misma cantidad de años en el mercado (pero si está aprobaba la venta seguro una base de investigación hubo) y más que evidentemente cuando estamos desesperados JAMAS preguntamos qué hacer con la pastilla cuando uno ya se sienta bien.
Y eso es comprensible porque en ese momento, en el que estamos desesperados, pasan dos cosas (las aclaro para evitar ese pensamiento de “uh, como no me di cuenta” que generalmente va acompañado de pensamientos negativos sobre nosotros mismos). Por un lado, parece que nunca nos vamos a librar de esta angustia / ansiedad / pánico (léase que jamás nos vamos a volver a sentir bien). Y por otro, que es muy importante resaltar, no tendríamos por qué suponer que tienen una forma particular de dejarse.
Por eso hoy escribo sobre esto. Por favor, consultá con el médico antes de dejarlo. Por favor, si en una guardia te prescriben un psicofármaco tomate el tiempo de preguntar. Insisto, no soy médica y no debería darte consejos de cómo dejarlo (aunque confieso que a veces, en mi rol de psicóloga de expatriados, he tenido que hacerlo) pero lo que es fundamental de esto que leíste hoy es que sepas que no todo remedio se puede dejar (discontinuar) de golpe. Y que si acabas de hacerlo quizás tener el humor rebotando del techo al subsuelo tenga que ver con eso.
Y sí tenés conocidos / amigos / familiares que se podrían beneficiar de esta información, no dejes de pasarles este artículo porque es importantísimo que la gente deje de pasar por esos momentos horribles al dejar una pastilla que nadie le explicó cómo suspender.
PSSST!: si te gustó este artículo dejame que te recomiende leer este y este otro. Y si tenés ganas de aprender más sobre lo que es esperable que te suceda al expatriarte así como también ideas de como manejarlo, te cuento que hay un Curso con toda esa info: lo tenés acá.