Y sí, como era de esperarse el coronavirus se apoderó del consultorio también. Según donde está ubicado cada paciente en el mundo, empezó hace varias semanas o la semana pasada pero ya llegó a todas las sesiones. Y claro, al trabajar online y con gente que se ha expatriado por todo el planeta uno tiene esa posibilidad casi única de enterarse de cosas que suceden en todo el planeta sin depender de lo que los medios de comunicación decidan trasmitir.
Y sí, todas las sesiones empiezan hablando del coronavirus, casi todos dicen que esto va tomando todas las conversaciones, todos los pensamientos pero, por suerte, al cabo de un rato -mayor en algunos, menor en otros casos según el grado de infección que la pandemia ha generado en el país donde está- al cabo de un rato, por suerte se puede hablar de otras cosas.
La enfermedad o mejor dicho la posibilidad de enfermar nos trae este tema tan particular de nuestra propia mortalidad. Porque claro, la mayoría de nosotros no vamos por la vida recordando que en cualquier momento podría terminarse. Y esto está perfecto, porque sino cada segundo de la existencia sería insoportable; imaginate estar pensando si el próximo minuto se termina todo para uno. Pero el tema es que a veces nos olvidamos que el tiempo es finito y postergamos y postergamos conectar con lo que queremos, resolver aquello que nos tiene enredados y llevar adelante nuestros sueños, o, simplemente vivir mejor nuestra vida.
Sobre el Coronavirus y sus precauciones y temas médicos se ha dicho un montón y creo que no es necesario agregar nada. O mejor dicho casi nada. Es que en lo que se ha repetido en algunas sesiones de psicología uno va viendo que hay cosas que quizás conviene recordar y para eso es este post.
Hay cuestiones que son esperables en toda la población pero hay algunas que son específicas de la vida expat, que por decirlo de alguna manera, te la complican un poco más. A ver, estés donde estés, casi todos los países están teniendo restricciones de movilidad. Eso puede haber trastocado los planes de algunos ya sea vacaciones, lunas de miel, viajes de trabajo pero para la realidad de los que viven expatriados esto genera otras ansiedades. Quizás hasta hace un mes no sentías una necesidad imperiosa de tener cerca a tu familia o no te abrumabas con la duda de si ibas a volver a verlos. Y ahora, ya sea porque uno empieza a sentir distinta la distancia, al no poder estar cerca de la familia, algo de la angustia y la ansiedad se empieza a presentar. Si alguien enferma del otro lado del globo, todo se torna más intenso y más preocupante. Porque estando la restricción uno siente un peso y una angustia más intensa.
Ni te digo si además estás con algún síntoma de gripe porque eso hace todo esto mucho más intolerable aún. Es que no siempre en la vida expat podemos encontrar un grupo de soporte emocional y en momentos como estos es cuando sentimos más fuerte ese vacío.
Esta pandemia nos confronta con un no saber, con un no poder controlar. A nosotros, que ya casi que podemos predecir donde va a golpear un huracán, cuánto daño producirá y cuánto tiempo y dinero necesitamos para reconstruir todo (después que se pueda hacer o no depende de en qué país tocó, pero eso es harina de otro costal). A nosotros nos llega ahora una enfermedad que no conocemos.
Por supuesto, a una velocidad inusitada estamos aprendiendo pero el temor que produce este no saber, el desconcierto de no haberla podido controlar en algunos lugares y estar teniendo una emergencia sanitaria que lleva a tener que tomar decisiones complejas del estilo de a quién atiendo y a quién no en países donde esto no era frecuente es algo totalmente desconcertante.
Y es este desconcierto que abre las puertas tanto al pánico como a las preguntas más existenciales. Si bien uno suele aconsejar no tomar decisiones apresuradas y menos durante momentos de grandes tensiones creo que es muy interesante poder aprovechar el momento para el crecimiento personal.
A qué me refiero? A que junto con las recomendaciones de hacer ejercicio en la medida en que podamos, deberíamos tratar de armar rutinas o proponernos aprovechar el tiempo para esas cosas que siempre han quedado pospuestas. Bueno también podemos pensar un poco sobre nuestra vida y qué queremos. Como decía una colega: excelente momento para considerar un desarrollo o crecimiento personal. Hay universidades ofreciendo cursos sin cargo, hay hobbies que han sido pospuestos, hay espacios terapeúticos o de distintas alternativas para poder acercarnos un poco más a poder construir la vida que queremos vivir. Y si nos sentimos agobiados por el encierro o la cuarentena o este #quedateencasa recordemos que no es que no podemos salir, es que estamos eligiendo ser responsables y cuidarnos entre todos. Según tu edad, estado físico y condición de salud puede ser que esto sea solo una gripe pero si nos contagiamos podríamos transmitírselo a alguien para quien el virus sea la diferencia entre la vida y la muerte.