Juana no lo puede creer! Estaba segura de que esto se había terminado, de que no iba a seguir en una montaña rusa emocional y ZAS! Otra vez! Un nuevo día en el que tenía una angustia tremenda en el pecho.
Logró levantarse de la cama porque tenía que trabajar y sabía que no podía faltar. Le había costado mucho conseguirlo y ahora no podía tirar todo por la borda.
Pero ganas no le faltaban. O mejor dicho, ganas era lo que le faltaba y por eso no conseguía reponerse.
Probó con todo lo que había investigado la última vez que podía serle útil en esas circunstancias. Se sentía totalmente ridícula mientras repetía las afirmaciones positivas frente al espejo pero si eso podía ayudarla a sentirse mejor… Total, ¿quién se iba a enterar?
No, las afirmaciones no funcionaban. Ni eso ni repetir mil veces que era un día maravilloso. Llamar a la familia allá lejos estaba fuera de discusión. No iba a preocuparlos ahora y encima con la diferencia horaria seguro estarían durmiendo. Igual eso tampoco hubiera servido, ellos no podían entenderla.
Si tan sólo fuera algo aislado, pero no. Esto era un ciclo que la estaba agotando. La última vez creyó que era eso, la última vez. ¿Por qué el malestar había vuelto?
Se ocupó conscientemente de no pensar en nada negativo, reprimió sistemáticamente todo lo que la podía llevar a recuerdos tristes y sin embargo hoy se volvía a despertar sumida en… una tristeza? una angustia? No sabía ni cómo llamarlo pero claramente era inconmensurable.
El caso de Juana lamentablemente no es uno en un millón. Para nada, es mucho más común de lo que la mayoría querría reconocer.
El caso de Juana importa porque hay mucho dolor en la vida como expatriados y, en un punto, es un dolor innecesario.
No, no digo que algunas cosas no duelan. Para nada. Por supuesto que duelen y mucho. Lo que digo es que cuando no procesamos esos dolores, entonces es cuando pasan estas cosas.
Cuando nos levantamos sin fuerza ni energía, cuando se hace más difícil el día a día.
Y, por supuesto, eso no pasa solamente a quienes migran o se expatrían. Por supuesto que no. Pero en la vida expat hay algunas particularidades que a veces se dejan de lado.
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