El movimiento #NiUnaMenos empezó hace como un año, más o menos.
Y en honor a la verdad debo confesarte que yo fui de las que pensaron “pero, ¿por qué ni una menos?,¿no debería ser que algo contra todo tipo de violencia?” Este tema no es un tema habitual en el blog, lo sé, pero no es de feminismo sobre lo que se trata. Es sobre un tema es ineludible en este momento y teniendo un blog que recibe miles de visitas por mes no puedo dejar de abordarlo.
Juana sale a la noche con sus amigas. Al regresar, entre todas se avisan por Whatsapp si llegaron bien; ninguna se duerme hasta haber recibido el mensaje de todas. Juana viaja en transporte público. Ccuando se llena, ya tiene estudiados sus movimientos para evitar que alguien, aprovechando la multitud, la toque. Juana vuelve de estudiar a la noche. Mira temerosa con quienes se cruza por la vereda (y no, no sólo tiene miedo de que le roben sus pertenencias). Juana toma un taxi y encuentra siempre alguna manera de estar conectada con otros, por las dudas, que sepan el camino por el que está yendo. Juana es una, una de tantas, una como todas. Una mujer que, por su condición, tiene que tomar más recaudos de los que quisiera. Recaudos que para la mayoría de los hombres son impensados. Y no, repito, no es feminismo de lo que se trata.
Si no sabés lo que pasó ayer (porque sé que algunos no se enteraron): este miércoles pasado las mujeres nos auto-convocamos a un paro, a una movilización, a vestirnos de negro. Digo auto convocamos aunque lo mío estuvo más en la difusión desde Facebook, no fui de las que tuvieron la idea pero creo que funciona como un colectivo de gente. Convocamos, entonces, las mujeres argentinas y se sumaron muchos, muchos hombres, y muchas personas en otros países. Es que la violencia contra la mujer no es exclusividad nuestra, por supuesto que no. Y si bien lo que gatilló la movilización fue un crimen brutal y salvaje, horroroso y tremendo, la realidad es que el movimiento #NiUnaMenos empezó hace como un año. Y, como te decía, yo al principio lo miraba de afuera.
Ayer me preguntaban para qué sirve marchar. Es una buena pregunta sobre todo en países donde las marchas -al menos en los últimos quince años- no han servido demasiado para torcer ni cambiar rumbos a cargo del poder de turno. Y no, este post tampoco toca el tema de la política. Pero sí te digo que creo que esta marcha sirvió para que, más que nada, se entere mucha mucha más gente de lo que está sucediendo. Una marcha, un movimiento no puede cambiar todo, no puede lograr que cientos (o miles) de personas que creen que si una mujer está con ellos es de su propiedad y que si los deja pueden matarla. No, una marcha no logra que ellos cambien sus ideas. Pero sí puede ayudar a que empecemos a romper ciertos paradigmas y a que despierten quienes nos gobiernan. Es decir, a quiénes nosotros les hemos delegado nuestro poder, no? De ese detalle nos olvidamos seguido.
Claramente no tenemos todavía las herramientas para manejar este tema. Claramente las que hay, no funcionan. Empezó #NiUnaMenos y la cantidad de casos no baja. Quizás hemos logrado enterarnos. Porque que siempre hubo femicidios, seguro. Eso no lo dudo. Que venimos de siglos de abuso de poder (y lamentablemente de otros tipos de abuso también) sobre niñas y mujeres, también. Que en algunos países casi no pasa y en otros, muchísimos otros pasa más a menudo, también. Pero a los fines del blog me aboco a los hispanoparlantes. Y te quiero invitar a reflexionar, a sumarte en esta posibilidad de pensar y repensar tus ideas. Si no te chocó que ante el asesinato de dos chicas en Montañita (¿te acordás?) alguien pudiera decir “es que viajaban solas”, si cada vez que vez el hashtag de NiUnaMenos pensás ‘bueno, yo no quiero violencia contra nadie”, pensá que acá estamos hablando de un cambio de paradigma gracias al cual llevamos en nuestra historia siglos y siglos de opresión. Que cuando mataron a una chica que se negó a tener sexo grupal muchos (demasiados) dijeron “pero qué hacía en ese boliche a esa hora?”. Te imaginás que alguien le hayan robado y los demás digan “bueno, pero él también, llevaba una billetera consigo”; seguramente te enteraste de algún robo y no, nadie dijo eso.
Y esto no tiene que ver con si sos hombre o mujer. Las mujeres, como todos, también tendemos a repetir y perpetuar las ideas reinantes. Por eso es tan importante no ceder ante la propuesta de NiUnaMenos. Por supuesto, yo también quiero un mundo sin violencia pero si no ponemos el foco en las mujeres específicamente, se empieza a invisibilizar. ¿Y sabés qué? No tengo la respuesta sobre por qué la violencia sobre la mujer pero estoy bastante segura que no debe tener las mismas causas ni requerir las mismas políticas de Estado que las otras…
Por eso te invito a que te sumes a #NiUnaMenos o a #VivasNosQueremos. Y no, no es necesario que hagas nada. Bueno, algo así: revisá tus ideas, tus pensamientos. Fijate si no encontrás por algún lado restos del paradigma que viene legitimizando la violencia contra las mujeres. Algo seguro encontrás porque estas cosas toman mucho mucho tiempo en cambiar.
No te voy a decir que no vistas de tal o cual manera a tus hijas o que tus hijos puedan o no jugar a tal cosa. Este post no tiene que ver con las cuestiones de género, tiene que ver con la importancia de no invisibilizar cierto tipo de violencia y de revisar nuestros propios prejuicios al respecto. Porque seguramente jamás pensaste que por usar una minifalda alguien merecía morir.
PD: Y si sos mujer y viajaste por el trabajo de tu pareja, mmm… bueno, seguramente hayas recibido esas miradas de otras mujeres que creen que lo tuyo es todo soplar y hacer botellas… Lo digo porque al final nunca uno está tan lejos el prejuicio del otro, viste? y por eso URGE revisar el propio.