En mi trabajo como psicóloga, atendiendo y ayudando a expatriados y migrantes, me encuentro muy seguido con la angustia y la ansiedad y también con la pregunta acerca de si lo que les está sucediendo se debe o no a la vida “expat” (para abreviarlo cariñosamente). Por eso me pareció que sería bueno escribir sobre esto. Este blog lo escribo con el propósito de difundir información que creo que puede ayudarte a tener una mejor experiencia de expatriación así es que esto podría servirte.
Lo primero es que no necesariamente te habrías ahorrado la ansiedad o la angustia si te quedabas en “casa” -otra vez las comillas porque claro, en algunos casos, uno ya no sabe dónde es casa pero bueno, se sobrentiende, me refiero al primer lugar de donde partiste. Como te decía, no necesariamente te habrías podido ahorrar esta cuestión. Y esto es porque hay momentos puntuales en la vida que suelen generar ansiedad y/o angustia. Hablemos de casos concretos:
P. es un estudiante expatriado que tiene ansiedad antes de un examen. Nos parece una obviedad a todos que hubiera tenido la misma ansiedad si lo rendía en su lugar de origen. Pero claro, si agregamos el tema de que ahora tiene que dar el examen en francés o inglés -que no son su lengua materna- entonces nos resultará entendible que esa angustia o ansiedad totalmente esperable debido a la situación que está por vivir se incremente. Y en algunos casos, considerablemente.
M. va a llevar a su hijo al primer día de clases de primer grado. Es su hijo mayor y es la primera que vez que tendrá un hijo en la escuela. Si bien ha asistido a jardín de infantes eso fue en su país de origen y ahora sabe que las cosas serán diferentes, que el horario será más preciso, que las exigencias serán distintas. Hasta ahí podría haber pasado en cualquier lugar pero si agregamos que M. no es nativa del idioma en el que su hijo va a aprender, que se pregunta cómo hará para ayudarlo con la tarea que le den en la escuela y cómo hará para entenderse con las maestras de su hijo ya que ella no habla del todo bien el idioma recién ahí vamos a poder entender el nivel de ansiedad que seguramente esta situación le está generando.
Y estoy segura de que llegado a este punto te parece que estos ejemplos son evidentes. Pero tengo acá una sorpresa para vos: en el 99% de las consultas, la mayoría de la gente cuenta historias así y no reconoce el extra que la expatriación le ha generado.
Y esto no se debe a que sea gente poco inteligente o poco preparada. No, para nada.
P. podría decir “no entiendo por qué estoy tan nervioso, después de todo no es el primer examen que voy a rendir” o M. podría decirme “…pero bueno, después de todo yo ya fui a la escuela, mis hermanos y sobrinos también, y todos hemos sobrevivido, tan grave no puede ser…”
Como podés ver lo que termina sucediendo es que tendemos a dar por sentado que tal o cual cosa (que nos produce ansiedad o angustia) es lo que hay que hacer. Y seguramente así sea pero el tema es que no somos muy, digamos, atentos con nosotros mismos. No terminamos de mirarnos con un poco más de compasión y pensar en los desafíos que estamos atravesando.
Y por supuesto que nadie dice que esto sea lo peor del universo pero minimizar lo que implica la situación muchas veces hace que minimicemos la angustia y/o la ansiedad que nos produce. Y si bien está todo fantástico con el ser positivos, si sentimos angustia o ansiedad, la sentimos. Hacer de cuenta que no está, dejáme que te diga, no la va a hacer desaparecer.
Por eso es que vuelvo sobre este punto. Por eso es que creo que es importante que le hagamos lugar, que la reconozcamos, que entendamos los desafíos que nos estamos planteando. No para retroceder ante ellos, sino para poder acompañarnos mejor, a nosotros mismos, para poder atravesarlos.
PSSST!: si te gustó este artículo dejame que te recomiende leer este y este otro. Y si tenés ganas de aprender más sobre lo que es esperable que te suceda al expatriarte así como también ideas de como manejarlo, te cuento que hay un Curso con toda esa info: lo tenés acá.