Y, sí; este no es un tema que se reduce a la vida como expatriado. En distintos momentos cualquier persona puede verse ante la necesidad de un cambio, de un barajar y dar de nuevo. Lo que sucede en la vida como expatriado es que a veces esto llega como algo más bien impuesto (similar a lo que muchas crisis económicas generan en la población).

Aún desde antes de ser psicóloga especializada en expatriados (o sea, desde hace muchísimo tiempo, ¡mejor no hagamos cálculos!) he tenido el privilegio de acompañar a una gran cantidad de personas durante procesos de este tipo. Digo “privilegio” porque el momento en el que una persona se encuentra con eso único, con eso que realmente tiene que ver con él o con ella es un momento muy especial. A falta de una palabra mejor diría que cuando esa persona descubre algo de su “propia verdad” es un momento bisagra. A partir de ese momento, ya no es la misma.

Vivimos, en cierta manera, en una época única en la historia de la humanidad con relación a cuántas personas pueden tener el privilegio de decidir a qué quieren dedicarse, cuál les interesa que sea su aporte, su especialización. No hace tanto (en términos de la historia del ser humano) nuestro trabajo, nuestro oficio, estaba prácticamente determinado por la familia en que nacíamos. Este privilegio que hoy tenemos de poder elegir —que puede sonar muy genial conceptualmente— puede traer mucha angustia en la vida real pues a mayor libertad, más difícil la elección, ¿no?

Últimamente he escuchado mucho, mucho, muchísimo, acerca de reinventarse. Y, si bien suena bárbaro, me parece que el conocernos a nosotros mismos, el hallar la propia  vocación, conectarnos con lo que queremos hacer, no está tanto del lado de la invención como del encuentro. En mi experiencia, mientras acompaño pacientes en ese proceso puedo ver como en realidad “descubren” lo que ya estaba allí. Claro, pasa que a veces son los ideales (es decir, las ideas que tenemos sobre las cosas, por ejemplo) los que no nos permiten verlo; otras tantas son los duelos que no hemos procesados los que impiden que nos encontremos con nosotros mismos. Algunas personas arraigadas en el pasado no pueden encontrar qué hacer, mientras que otras padecen de lo mismo por fantasear con el futuro. Pero el propósito de este artículo no es hablar de la importancia de vivir en el presente sino más bien compartirte esta idea de que seguramente eso que estás buscando ya está allí, y que lo que falta es ajustar la mirada; como si avanzáramos en la jungla haciéndonos el camino entre las lianas, los arbustos y la vegetación; como hace el aventurero cuando va camino a su tesoro.

También por eso armé un curso/taller y quise llamarlo “Reencontrate en tu nuevo destino“. Porque creo que hallar el propio camino, el que nos lleva a nosotros mismos bien vale la pena el esfuerzo que significa identificarlo.  No el camino que el gurú de moda diga que es el mejor sino ese que tiene más que ver con cada uno de nosotros. Si sentís que no te es fácil ir encontrando tu propio camino, si sentís que estás necesitando ayuda para volver a “encontrarte”, te invito a que te anotes. Y si creés que puede serle útil a alguien a quien conozcas, seguramente te agradecerá que se lo pases.