Hace rato que quiero escribir sobre migrar por amor… ¡Qué tema! De solo pensarlo se me ocurren miles de ideas. Claro que algunas personas pueden pensar en migrar por amor a un país o por amor a los hijos, para darles un futuro mejor. Pero la idea de hoy es escribir sobre esas situaciones en las que alguien se muda para estar al lado de la persona que ama, sea porque es nativa de ese otro país, porque le ha surgido un trabajo como expat o porque se ha afincado allí años atrás. La vida expat/migrante agrega un estrés significativo a la vida en pareja y creo que amerita un post.
Hace un tiempo hablaba acá de las expectativas que tenemos sobre lo que vamos a vivir en nuestro nuevo destino. Y, en este caso en particular, las expectativas no son un detalle menor. Es que en el 90% de los casos, nos imaginamos algo diferente de lo que termina sucediendo. En realidad, estoy tentada a hablar de “nosotras” más que de “nosotros”. Como te imaginarás, mayormente son las mujeres las que se trasladan siguiendo a su pareja, sobre todo en el mundo latinoamericano. Hecha la aclaración, sigo hablando sin distinción de género.
Como te decía, son muchas las personas que tienden a ser, digamos, excesivamente optimistas acerca de la experiencia de migar. Y si bien el optimismo puede ser genial creo que en este tema puede jugarnos muy en contra y terminar generándonos más malestar del que hubiéramos sentido si hubiésemos tenido expectativas más ajustadas a la realidad. Por eso decidí escribir este texto. ¿Qué esperar cuando migramos por amor?
Por supuesto, no es lo mismo migrar juntos que que uno de los dos se traslade para ir vivir con el otro. Tampoco es lo mismo si nuestro amor es una persona nativa de nuestro destino que si también es migrante (aunque haya llegado años antes que nosotros). Así es que vamos por partes.
Cuando nuestra pareja es local, digamos al 100%, todo se complica un poco más. Todas las personas que vamos conociendo allí están ligados a él o ella: la familia, los amigos de toda la vida, etc., por lo cual no es del todo fácil abrirnos a estas nuevas personas. Vamos a conocer este nuevo lugar desde “su” punto de vista y puede ser muy difícil armarnos de voluntad y fuerza para poder construir “nuestra propia” historia allí.
En otros casos, nuestra pareja también experimentó su migración pero mucho antes que nosotros. Lo que sucede al mudarnos a la casa de quien ya está arraigado es que vamos a sentirnos —para decirlo como en la jerga del fútbol— más visitantes aún. Seguramente nuestra pareja ya tiene amigos y ahí se nos presenta el dilema: ¿Nos hacemos amigos de sus amigos o buscamos los propios? Y, claro, como estamos en pareja, encontrar espacios donde generar nuestras propias amistades no es tan fácil, más aún si no tenemos del todo resuelto -o habilitado desde el aspecto legal- el tema laboral.
Y acá toco otro punto del que podría escribir libros. A los fines de este artículo, lo que quiero subrayar es que, si podemos migrar con trabajo, no hay que pensarlo dos veces: ¡hay que aprovecharlo! Lo digo desde mi experiencia de haber escuchado a muchísimas pero muchísimas personas que pensaron la migración/expatriación como una oportunidad para renovarse, para hacer un cambio, pero después la búsqueda laboral en el nuevo país se les hizo muy cuesta arriba. Entonces, es fantástico querer renovarse, es fantástico querer cambios, pero tener en nuestro CV experiencia laboral en el nuevo destino, pensalo: abre más puertas de las que cierra. Y siempre podemos hacer el cambio en medio de la expatriación o a los años de haber llegado.
Cuando migramos de a dos, parte del shock cultural, parte del “¿Y a estas personas quién las entiende?”, es compartido. Si bien suele haber diferencias entre ambos miembros de la pareja (porque si uno de los dos ya tiene trabajo, esto le permite socializar de otra manera y vincularse con los locales más que quien está ocupándose de cuestiones domésticas, tratando de descifrar -en algunos casos- cómo conectar servicios o hacerse entender para comprar comida). Más allá de las diferencias existe la posibilidad de hablar con alguien cercano sobre las frustraciones clásicas que acarrean los primeros tiempos en un destino.
En cambio, si nos mudamos a la casa de nuestra pareja que ya está instalada en el destino, al shock cultural lo experimentamos solos, aunque estemos conviviendo con él o ella. Obviamente, es superincómodo decirle a una pareja nativa que nos parece “un delirio” cómo se hace tal o cual cosa en su país (Pero sucede, ¡claro que sucede!) Ahora, cuando nuestra pareja es de nuestro lugar de origen pero ya está afianzada en este destino, tampoco tomará de la mejor manera nuestros comentarios sobre las cuestiones que nos parecen “delirantes”. Entonces al final ni tenemos la energía ni el espacio para estar conociendo gente nueva que esté en nuestra misma situación ni tenemos alguien con quien compartir los efectos del shock cultural y el proceso de adaptación (porque el proceso del otro siempre es, cómo decirlo?, un poco molesto) y en el 90% de los casos la familia estando a la distancia tampoco entiende eso que nos está pasando.
Una aclaración: el duelo (cualquiera que sea) siempre es individual; no se hace de a dos ni de a tres ni de a cuatro. Pero poder charlar sobre lo que estamos sintiendo, sobre lo que nos pasa, nos ayuda a poder procesarlo mejor. Entonces, ¿qué hacer si estás yéndote (o ya te fuiste) a vivir a la casa de tu pareja? Una cuestión importante es preguntarte si sentís que estás desarrollando “tu” proyecto, si estás teniendo espacio para ser vos en este nuevo destino, si estás pudiendo armar un proyecto personal. Y, como el ser humano es un ser social, parte de ser vos incluye desarrollar tus propias relaciones.
Como decía al principio, las expectativas pesan mucho a la hora de evaluar nuestra experiencia. A veces pensamos que porque hemos tenido buenas experiencias en estadías breves en el exterior nos será muy fácil instalarnos allí. No es mi intención desanimar a nadie sino más bien prevenir las caídas anímicas. Por eso, es que sugiero pensar las preguntas que planteé más arriba. Y también recordarte que, por suerte, esta época tan global nos ofrece muchísimos espacios creados para encontrar a personas que están transitando situaciones similares: foros, blogs, espacios como Meetup e InterNations, etc. Y pronto, también en ExpatPsi habrá un espacio para ayudar en este desafío tan particular de migrar por amor, pero esto es tema para otro post.*
*UPDATE IMPORTANTE!! Este espacio que mencionaba ya está creado y, muy orgullosamente, te puedo recomendar que veas de qué se trata haciendo click acá.
PSSST!: si te gustó este artículo dejame que te recomiende leer este y este otro. Y si atravesaste fronteras y sentís que tu brújula ya no funciona en el nuevo lugar, no dejes de mirar este Curso que lo hice especialmente para ayudarte: lo tenés acá.