Seguramente hayas oído hablar de la inteligencia emocional. Hoy quiero contarte por qué me parece que es tan relevante para la vida como expat/migrante. Te aclaro de entrada que es uno de esos temas que parecen super sencillos y fáciles al estudiarlos pero de ahí a llevarlos a la práctica… bueno ya es otra cosa.
¿Sabés de qué se trata? Acá va un resumen: históricamente nos fijábamos en la inteligencia racional (el clásico coeficiente intelectual) para medir la inteligencia de alguien. Claro que empezaron a notar que algunas personas con un altísimo coeficiente intelectual no terminaban teniendo vidas tan plenas o felices como se hubiera supuesto. Entonces empezaron a tomar en cuenta otras variables y así Coleman nos trajo el interesante concepto de inteligencia emocional. O sea la capacidad para reconocer los sentimientos propios y ajenos, y el conocimiento para poder manejarlos.
Como siempre, la cosa en la vida expat se complejiza porque, por ejemplo, para hablar de los sentimientos ajenos primero tenemos que abordar el tema de shock cultural (que toqué acá y acá. Vale la aclaración que también entran en el grupo de los “demás” las emociones de nuestros hijos y nuestra pareja.
Si te parece que este tema lo tenés absolutamente bajo control dejame preguntarte si alguna vez te pasó que un incidente te molestó tanto que después ya todo el día quedó teñido por ese episodio. Por ejemplo, a veces nos pasa que viajamos al trabajo y algo nos sucede en el camino que nos enoja. Después llegamos al trabajo y no entramos precisamente con una sonrisa. Incluso, quizás, no saludamos a nuestros compañeros porque en nuestra mente seguimos con la situación que nos molestó. La inteligencia emocional es la capacidad de tomar distancia de ese hecho, y ojo que no hablo de evadirlo (que sería barrer poniendo la basura bajo la alfombra). La idea sería poder autoevaluarnos para conseguir claridad sobre nuestras emociones porque sabiendo qué nos pasa vamos a tener una mayor posibilidad de manejo.
Para poder tener claridad sobre nuestras emociones necesitamos que no nos ahoguen, que no nos aplasten o invadan totalmente. Por supuesto que algunas veces es más fácil que otras. Además no todos los temas o situaciones nos afectan de la misma manera. Cuando algo o alguien toca un punto que para nosotros es neurálgico, digamos, entonces las emociones nos pueden apabullar más fácilmente.
Poder salir de la emoción que invade es muy recomendable; una técnica que suele ayudar es la escritura. Sobre eso escribí en este artículo. Algunas veces intentamos negar las emociones, taparlas. Eso no suele funcionar; crecen más por dentro y complican (como cuando uno tapa el duelo) porque después se suman a la primer emoción que sale y terminamos teniendo reacciones desmedidas por situaciones intrascendentes (que levante la mano al que nunca le pasó!).
Si la escritura no es lo tuyo una recomendación importante sería no luchar contra la emoción. A veces uno se enoja y te dicen “no te enojes”: como si uno pudiera controlarlo! Y… la verdad es que no. Las emociones se sienten pero no se eligen. Lo que también es cierto es que una vez que lo siento (y soporto sentirlo) puedo “modular” mi reacción. Es decir que no es lo mismo que mi enojo me lleve a tener una mala cara que a romper una habitación. Uso el enojo en el ejemplo porque junto con la tristeza son de las que peor prensa tienen. Nadie nos dice nada si estamos contentos pero cuando nos enojamos o nos ponemos tristes mucha gente opina y esto no siempre contribuye a nuestro bienestar.
Inteligencia emocional no significa no enojarse o no estar triste. Más bien es algo muy distinto, es poder identificar lo que siento, poder identificar qué lo causa, soportar sentirlo y vislumbrar qué podré hacer para cambiar la situación. Y no, no es nada fácil, pero estas cosas son como entrenar un músculo y no te olvides ese dicho de que es la práctica la que hace al maestro.
PD: Entre nos: la foto que ilustra el blog de hoy es de María French (un recorte de una foto original, en realidad): ella tiene un blog muy interesante sobre su experiencia viajando por el trabajo de su marido y criando a sus hijos en distintos países y también una página de FB donde comparte sus fotos de Doha: Walking Doha. A mí me encantan sus fotos, no sé si esta ilustra bien el post pero hace meses que quería usar una de sus fotos!
PSSST!: Si tenés ganas de saber más sobre temas como este, y sobre lo que es esperable que te suceda al expatriarte así como también ideas de como manejarlo, te cuento que hay un Curso con toda esa info: lo tenés acá.