Como ya te he contado llevo años trabajando para la comunidad expat/migrante (como me gusta llamarla para incluir a todos). Tener la posibilidad de escuchar el conocimiento que cada quien ha logrado producir a partir de su experiencia es un privilegio. Por eso pienso que también tengo la responsabilidad de reproducir algo de ese saber, sobre todo si le ha resultado positivo a más de una persona. Así es como nace este post.
Existe una interesante coincidencia entre la gente que ha logrado adaptarse lo más, digamos, suavemente posible. Todos ellos han hecho una acertada evaluación de sus necesidades. Por supuesto que esto no siempre es posible. A veces las circunstancias que nos llevan a migrar o que rodean la mudanza no permiten que podamos hacerlo. Otras veces quizás no tenemos nuestras necesidades muy claras. Pero lo que se repite en aquellas personan que tuvieron una transición bastante suave fue la posibilidad de reconocer qué necesitaban y, a partir de ello, ocuparse de conseguirlo.
Por ejemplo, algunos buscaron migrar adonde tuvieran familia; otros se ocuparon de buscar de antemano grupos de afinidad o espacios donde pudieran insertarse. Algunos lo lograron en la primer migración y a otros les tomó varias. Sucede que, a veces, no sabemos el peso que tienen para nosotros las amistades. A veces minimizamos nuestra propia necesidad de vincularse. Por algún extraño motivo suele ser esta área la que tendemos a subvaluar…
Este detalle resulta interesante si lo conectamos con las teorías de inteligencia emocional (esa inteligencia que tiene que ver tanto con la capacidad de tomar consciencia de nuestras propias emociones como con la capacidad de tener buenos vínculos, relaciones con empatía y registro de los demás). Digamos que estas personas que pudieron conectarse con su necesidad presentaban un alto coeficiente de inteligencia emocional y eso les permitió realizar un diagnóstico de necesidades más claro y ocuparse de buscar maneras de resolverlas.
Entonces, podríamos decir que la frase inscripta en el exterior, la gran revelación: “Conócete a tí mismo” podría ser aplicada a nuestras migraciones y permitirnos una transición más fácil y llevadera. Es cierto que algunas personas ya nacen con estas habilidades pero si no es nuestro caso hay varias maneras de desarrollarlas. Para empezar basta con ir registrando las emociones propias preferiblemente sin ejercer la autocensura. Ya que no las manejamos tampoco sirve intentar evitarlas.
Con ese registro podemos anoticiarnos de nuestras emociones y empezar a conectarlas con qué situaciones nos suscitan esos estados para, de a poco, poder descubrir nuestras necesidades (Digo descubrir porque generalmente ya están ahí; es sólo cuestión de enfocar la mirada). Y una vez descubiertas ya vamos a estar más cerca de entender cómo podríamos sentirnos mejor. Después de todo es bastante lógico que si no sabemos, por ejemplo, que tenemos hambre, difícilmente podamos decidir ir a comer. A nadie se le ocurriría comprarse un libro cuando tiene hambre pero, cuando se trata de estados anímicos o emociones, se nos hace más complicado tener esta claridad. Por eso es importante recordar que pensar en nuestras propias necesidades facilita la transición y el cambio.
PSSST!: si te gustó este artículo dejame que te recomiende leer este y este otro. Y si tenés ganas de aprender más sobre lo que es esperable que te suceda al expatriarte así como también ideas de como manejarlo, te cuento que hay un Curso con toda esa info: lo tenés acá.