Volver
Artículos
Acerca del parenting
La mayoría de los escritos (algunos escritos por psicólogos y otros por expats) que nos aconsejan sobre “expat parenting” suelen hablar de demostrar amor y apoyo a nuestros hijos y, por supuesto, esto es sumamente importante. Sucede que la mayoría de las veces los adultos estamos sumamente ocupados preparando los pormenores de la mudanza, planeando todos los detalles o buscando casas, colegios, intentando volver a organizarnos y claro, todo esto que estamos haciendo es para ellos. Pensamos en ellos mientras lo hacemos y los tenemos en cuenta pero no siempre nos hacemos del tiempo para ponernos en sus zapatitos (o zapatos según corresponda).
Entonces no es un tema de descuido real –aunque en algunos casos esto puede suceder- sino más bien sucede que el día tiene 24 horas –de las cuales, al menos algunas, tenemos que dormir- y nosotros tenemos dos manos y una cabeza y “todo no se puede”. Por eso esta serie de artículos, la propuesta es que si bien son unos lineamientos muy generales, pueden colaborar a la difícil tarea de ser un padre “expat”. Insisto en la generalidad de algunas de las ideas ya que en algunos casos estar lejos de la familia de origen puede ser una bendición o no entender lo que dice el vecino puede ser de lo más positivo.
Hablamos de ponernos en sus zapatitos como metáfora para mirar el mundo desde sus posibilidades. La primer cuestión que es esencial es que ellos no tienen ninguna posibilidad de decidir acerca del traslado. Y esto es importante desde varios ángulos. Los adultos venimos pensando o fantaseando con una experiencia en el exterior quizás hace años, o al menos semanas, considerándola aún antes de definirnos. Esta posibilidad de tener la idea, saborearla, sopesarla nos fue permitiendo elaborar una serie de representaciones –más o menos acertadas, en este punto eso da igual- acerca de esta aventura que decidimos emprender. Toda mudanza implica sentimientos encontrados, cosas que anhelamos, que nos emociona saber que hallaremos junto con nostalgias y tristezas por lo que dejamos. Todo esto funciona en nuestra cabeza mientras pensamos la idea, investigamos sobre destinos posibles –ya sea países, ciudades, etc- y evaluamos nuestras opciones.
Cuando estamos totalmente decididos, y generalmente cuando ya hemos resuelto varias cosas al respecto, es que les contamos a nuestros hijos. A veces por temor a que la ansiedad les juegue en contra, otras porque preferimos que tengan menos tiempo de estar pensando qué vendrá o simplemente porque aun no lo hemos contado a otros adultos y los chicos suelen ser algo indiscretos. Por los motivos que sea, es muy frecuente que a nuestros hijos no les demos el tiempo suficiente de anticipación para que puedan procesar psicológicamente lo que está ocurriendo. A veces los niños se enteran cuando empiezan a escuchar que se van a vender algunas cosas, otras por conversaciones telefónicas de los padres. Por supuesto que depende de la edad la posibilidad de anticipación de cada hijo y tampoco es viable pedirle al mayor que se lo oculte a sus hermanos pero es importante considerar que según los años que tenga serán sus posibilidades de imaginar qué es otro país, qué quiere decir cambiar de colegio y las implicancias de estos movimientos.
Cuando nos encontramos frente a algo que no podemos definir, que nos cuesta nombrar, sentimos miedo, temor, principalmente porque no sabemos de qué se trata. Así se sienten nuestros hijos con la información en crudo del cambio que se avecina. Ellos necesitan de sus padres, tanto como necesitan una casa, un colegio y todas esas cosas, también precisan de ellos un acompañamiento activo en la ardua tarea de procesar esta información. Requieren ayuda para imaginar, representar, poner imágenes, historias en aquello que vendrá. A veces harán preguntas, otras no y será nuestra función ser quien los ayuda a pensar sus dudas, sus temores para que, pudiendo hablar de ello, este proceso sea un poco más fácil.
Lic. Paula Vexlir
Ver el próximo artículo